Paseos: de regreso a la infancia

Caminar por el centro siempre me devuelve a mi infancia, creo que es mi lugar favorito para pensar. Cuando niña odiaba caminar sin rumbo durante horas, para sobornarme mi padre me llevaba a mesones a comprar algún sacapuntas o cosas para la escuela de novedad. Mi cara se iluminaba cuando mis ojitos veían un montón de lapices y libretas de colores apiladas en diferentes locales. El bullicio, hacia que mis piecitos caminaran más rápido.  
Hoy en mis paseos relajantes al centro, recordé que mi pequeña familia carecía de muchas cosas, probablemente por lo impulsivo y poco ortodoxo que era mi papá. Tampoco era taaan pobre, pero teníamos letras de la casa por pagar, el mínimo porcentaje de la colegiatura que el gobierno no subsidiaba y nuestros gastos diarios. Mis padres siempre trabajaron, mi madre hasta que yo tenía 9. Ambos se esforzaban por darme lo mejor. Mi madre no era la mas detallista del mundo; pero siempre se esforzaba por hacerme feliz. Entre semana, cuando ya no trabajaba (antes de que llegaran mis hermanos) hacia mi comida favorita, veíamos la tele juntas mientras comíamos cochinadas. 
Mi padre trabajaba de sol a sol. Es lo que recuerdo más de él, todo el tiempo trabajando, pero con el tiempo suficiente para mí. Si tenía contratiempos con la tarea, siempre podía llamarle al trabajo para que me ayudará, era muy listo, eso hacía que sobresaliera de los demás. Todos sus jefes decían que era muy eficiente. 
Académicamente nunca fui limitada; si bien no teníamos los ingresos para pagar escuelas privadas, tenía la herencia de un buen entendimiento, siempre fui de los primeros en la clase, cosa que sirvió para que mi educación primaria fuera subsidiada por el gobierno del Estado. Mis compañeros a simple vista tenían todo. Vacacionaban cada verano, sus familias se conocían por apellido: "ese niño es hijo de los Mendoza" si, yo pensaba que solo se hablaba así en la literatura española. Jamas me sentí menos, porque yo tenia a mi cerebro y a unos padres que hacían cualquier cosa por mi. 
Veo familias que se ven como la mía cuando caminábamos horas por el centro, imagino que así se veían nuestras caras de felicidad. Paso por los lugares donde solíamos comer y vuelvo a sentirme como niña, con mis pantaloncitos de pana y mi camisa de barquitos escuchando a papá y a mamá como se dicen te amo en bajito agarrándome de la mano.  



Comentarios

  1. Regresar a nuestra esencia, a lo más básico, a esos recuerdos que nos permiten reconocernos a nosotras mismas y ser conscientes de cómo nos hemos convertido en lo que somos hoy es probablemente uno de los regalos más maravillosos que la humildad y la sencillez nos puede dar. Gracias por compartir tu esencia, Ximena.

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