Abrir.

¿Es normal que un día te levantes con las ganas de comerte al mundo de un bocado y dos horas después sólo estés en modo automático para cumplir con los deberes?
Espero que no haya mucha gente identificada con este cambio tan brusco, porque en semanas pasadas era mi pan de cada día.
La lucha interna es la más cabrona, porque uno solito es su propio infierno, aún no tengo la certeza si he salido vencedora en este pequeña batalla, aunque si he dado un paso grande y determinante: esta vez no le di la vuelta a mi problema.
A quienes me he permitido compartir mi vida, saben que el inicio de año me es realmente complicado, siempre hay cosas que me bajan los ánimos hasta el suelo, quiero claudicar todo lo que este haciendo en ese momento, hacerme bolita y no saber nada del mundo.
El historial es amplio, he dejado trabajos, escuela, etc. SIEMPRE por estas fechas, este año estaba por repetir la historia y ¿Saben qué? ¡Por primera vez eso ya no volvió a ocurrir!.
La razón o la justificación que yo le daba a mi pasividad de cada inicio de año eran las vísperas del onomástico de mi padre y toda la carga emocional que le atribuyo a ese evento que desde 2012 ya no es celebrado. 
Como ya dije, era sólo un pretexto porque ocultaba todo lo que no quería descubrir detrás de esa puerta y la semana pasada logré entrar al meollo del asunto, tome el valor que me faltaba y decidí enfrentar ese par de miedos que no me dejaban avanzar y lo hice. Así de fácil.
Probablemente me hacía falta verbalizar todo lo que sentía, todo lo que me aterraba, soltarlo y seguir adelante, haciendome responsable de las consecuencias que esto trae. Total cagarla de vez en cuando y decir: "si, me sentía mal, pero acá estoy para seguir adelante" no es debilidad después de todo.
No tienen una idea de lo bonito que se siente romper con una mala costumbre, una que te menguaba la existencia de poco...

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