La historia de las monedas en mi bolsillo. Parte 1

Según Oscar Wilde el trabajo es el refugio de los que no tienen nada que hacer, probablemente esto sea cierto, desde los 15 años comencé a trabajar, es cierto que mi familia no pasaba por la mejor racha económica, pero eso no fue lo que me motivó a conseguir un empleo, no quería pasarme mis vacaciones semestrales sin ninguna pena ni gloria.
En fin, tenía claro que probablemente no encontraría ningún trabajo debido a mis pocos años y a mi nula experiencia. Encontré el empleo perfecto. La cartulina rosa fluorescente decía: "SE SOLICITA EMPLEADA" traer solicitud. Un café/pastelería de nombre "GOLOSO" lo necesariamente cerca de mi casa para que me trasladará caminando y lo suficientemente lejos para que nadie me conociera. Mi jefa era una veinteañera algo amargada pero lo suficientemente lista y ambiciosa para tener un negocio que le daba ingresos para sus salidas de antro de cada finde.
Trabajaba en el turno matutino y me tocaba la limpieza del local, era sencillo, lo complicado venía el fin de semana cuando mi espacio de trabajo se abarrotaba por familias que decidían ir a comprar frappes para todos acompañado de una rebanada de pastel. Y ahí me tienen, sufriendo con la fila de niños y familias impacientes por recibir su merecido postre con haaaarta crema batida y chocolate Hershey´s; cortando las rebanadas de pastel de manera exacta para no recibir ningún reclamo por parte de los consumidores que con esperaban de manera impaciente.
Después de los primeras semanas fui adquiriendo experiencia, mi dupla, Aline; que estaba en el turno siguiente salio del negocio y yo tome su lugar. Poco a poco, fui conociendo los gustos de los clientes; calculando lo que se necesitaba para la semana y aprendiendo a lidiar con tipos que sólo iban a ver si ligaban conmigo. En muchos casos funcionó, pero así como surgieron, se fueron diluyendo. También hice grandes amigos que hasta la fecha conservo. Adquirí la responsabilidad de ser la rotuladora oficial de los anuncios de la pastelería; en parte porque que mi jefa era lo suficientemente tacaña para gastar en cosas innecesarias y por otro lado, mis letreros no eran tan malos y me hacia feliz el hecho de elaborarlos. 
Mi paga era lo de menos, me alcanzaba y sobraba para comprarme artilugios y de paso ayudaba a mi mamá.

Mi primer recinto laboral
Gracias a ese empleo conseguí uno mejor. El tío de mi jefa, que era contador; me ofreció trabajo en su despacho. Mi labor era tediosa, pero físicamente menos cansada, me permitió empalmar el horario con mis clases de la preparatoria y eso me tenia satisfecha. Aprendí bastantes cosas y me sentí una persona importante, tenia la responsabilidad de los asuntos personales del contador, que si llamarle a su esposa para recordsr le cosas. Hacer los pagos correspondientes de sus tarjetas bancarias. Llevar al día la captura de los datos contables de las diferentes cuentas de los clientes.... Era su asistente personal durante medio día. 

Desde ahí no he dejado de trabajar, de saber lo que es traer unos pesos en tu bolsa y decidir en que los vas a gastar. 

Ya después vino la mudanza al pueblo y ahí tampoco deje de trabajar, esa parte la contaré después, porque ya se me cierran los ojos u.u

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