No al día de muertos.

Crecí creyendo que el día de muertos era malo y realmente me parecía una tradición horrible que sólo tenía como finalidad invocar al diablo y alejarnos de Dios.
Así pasaron los años, hasta que fui viendo como mi abuelita Esther preparaba con amor la ofrenda para mis bisabuelos y hasta los vecinos que iban dejando esta vida terrenal; ahí comencé a cuestionarme si realmente esta tradición no era "tan mala" como me lo habían hecho creer en la congregación. 
Poco a poco fui creando mis propias costumbres, una de ellas fue poner un altar de muertos en el depa donde viví ahi por 2015, pensando en mi padre, en lo mucho que me gustaría verlo volver para que viera de qué iba la vida después de que el partió. Después de esa vez, ya no me di el tiempo de colocar otro. 
Cada año, me siento agradecida y se me llenan de agua los ojos cuando veo que la familia de mi mamá coloca una foto de mi papá en sus ofrendas, porque el saber que alguien aparte de mi familia lo recuerda me hace creer que sigue trascendiendo en la vida de otros através del recuerdo. 
Hoy me gustaría tanto que Abraham conociera a Alonso, que me he hecho el compromiso de que mi hijo conozca a su abuelo por medio de mi, contándole de los recuerdos que hice con él, para que de alguna forma mi papá pueda vivir en la vida de mi hijo. 
Por eso la tradición de día de muertos se me hace de lo más mágico que tenemos en este país, el mantener a los nuestros vivos en el pensamiento, el dedicarles unas flores, darnos el tiempo para acicalar un espacio, recordar lo que les gustaba, platicarles lo que sea, nuestro pensamiento más banal o nuestra confesión más profunda mientras se coloca el altar, eso es mágico. 
Hace mucho ya, que mi vida y lo que soy, dejó de regirse entre la crítica de lo bueno y de lo malo; me parece que lo que creemos trasciende cualquier adjetivo. Simplemente se trata de estar tranquilo y tener un destello de felicidad con aquello que hacemos. Fuera de sí ponen o no ofrenda a sus muertos, recordar las raíces, enseñarle a los pequeños de donde vienen y como eran esas personas ayuda a entender a los que queremos. 

"La palabra "recordar" viene del latín "recordari ", formado de re (de nuevo) y cordis (corazón). Recordar quiere decir mucho más que tener a alguien presente en la memoria. Significa "volver a pasar por el corazón".

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