Adiós 20/20

¡Ya me bajó!

Grité despavorida mientras estaba en el baño, el alma regresó a mi cuerpo. Salí, Rodrigo y yo nos abrazamos como adolescentes que la libraron y tuvieron una oportunidad más para seguir sus sueños. Ésta vez no estaría padre tener un bebé, dijimos los dos volteando a ver al pequeño vástago que rodaba en la cama felizmente. 

Porque tan sólo de pensarnos con otro hije, iniciando tooodo de nuevo nos vuelve locos. Por unos momentos recordé lo rápido que pasa el tiempo, como comenzamos el año con el embarazo y ahora estábamos viendo creer a Alonso, haciendo los preparativos para recibir al año nuevo en casa.

Hacer familia con Rodrigo no ha sido fácil, hemos tenido situaciones muy complicadas, ha habido un par de ocasiones que no sabemos hacia dónde vamos, pero hemos redireccionado el camino. Otras tantas en las que nos hemos lastimado, sin embargo también estamos para cuidarnos las heridas y seguir avanzando. Seguimos porque decidimos seguir juntos todos los días, con nuestro bebé que hace que nos parte en mil cachitos y con una sonrisa nos vuelve a pegar toooodas las piezas para seguir adelante.



Con todo y la crisis, la vida fue buena con nosotros, profesionalmente ambos crecimos bastante, encontramos trabajos que nos permiten pasar tiempo juntos y sin tanto estrés. Pasé siete meses en casa, de los cuales cinco pude estar con mi hijo, conociéndonos, hasta que supe que era el momento de migrar a otro lugar de trabajo, con más calma. No dude ni un segundo que esto era lo mejor para todos, aprendí a no cargar las cosas de chamba a la casa y por primera vez hice real en mi vida que el trabajo sólo es un medio, no es el centro.

Ser mamá me hizo valorar mucho a la mía, ver todo lo que hizo por mí cuando niña y que ella era la que más feliz estaba de verme crecer, de celebrar todas esas ocurrencias que tenía. También extrañé más mi papá porque me di cuenta que el ya no es parte de todo esto, que para Alonso el no va a estar y sólo sabrá de él por fotografías y por lo que le podamos compartir como familia.

Comencé a vivir mis últimos veintes y creo que lo he hecho bien, tengo una familia, estoy con un hombre bueno, que me ama, que ejerce una paternidad responsable y activa, que me sorprende con cariñitos, que es el primero en creer y apoyar lo que quiero hacer, lo que pienso, lo que creo. 

Veo que Alonso crece feliz, que se adapta fácilmente a la vida, que tiene mucha gente que lo quiere, que disfruta de estar con él y que son nuestra tribu. 

Aún traigo temas atorados, sigo comparándome con personas, tratando de llenar expectativas que ni son mías, creyendo que no soy suficiente, pero al menos ya las detecto y no me clavo tanto, hago más en lo lugar de pensar pendejadas. Estoy tratando de cortar con personas que sin querer me perturban mi calma, que me traen cosas de un pasado que ni siquiera es mío. Mi objetivo es encontrar nuevas personas, nuevos lazos, que vayan caminando con esta Ximena que es madre, que trabaja, que es obstinada consigo misma, que ama, que cree en su gente, que le gusta verse bonita, que ríe a carcajadas y que es amada. Y conservar a esas personas que aún con la distancia, con el paso de los años, siguen en el radar, llenándose de sueños, logrando cosas, compartiendo lo que son.

Les deseo que este veintiuno sea bueno con todos, que aprendamos, que seamos receptivos, que amemos más, que creamos más en nosotros mismos, que la luz llegue a nuestras vidas y el miedo sirva para tomar impulso. 


Les quiero, gracias por leerme.



P.D:

En ocasiones, cuando quiero decir algo, comienzo con algo ligero (lo vemos claramente aquí) pero siempre voy sumando recuerdos, ideas y traumas del pasado. 

Mientras escribo esto me acuerdo también de aquellas cosas que si me pesan y me llenan la garganta de sentimiento. Apretando mis entrañas, sintiendo que me falta el aire y me enmudece. Esas cosas que cuando salen (si las dejo) suenan a tristeza y a dolor pero tengo que decirles que son mis favoritas.

Las letras que logran bajar a mis brazos y llegan a mis dedos, son las que decido escribir pero no digo. Me he dado cuenta que cuando no pienso lo que estoy escribiendo salen cosas inesperadas, he aprendido que hay ciertas cosas en la vida que no vale la pena decir con la voz, sino con las letras, así quien llega a leer puede apropiarlas sin sentir que es un hurto. Sólo son ideas, sentimientos que no se limitan. 

Son las cosas que quiero decir pero no me atrevo a ponerles voz.

Ahora si, feliz veinte/veintiuno.






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