B O N I T A





















Crecí con la idea de que las mujeres deben ser listas, trabajadoras y perseverantes. Eso me enseñó mi padre, poco hablamos de la belleza, no recuerdo que en mi casa me dijeran algo como "Qué bonita te ves hoy" o cosas por el estilo, tampoco hacia el lado contrario haciendo alusión a que fuera horrenda. Simplemente no existía ese parámetro en mi familia, lo importante era lo que había en nuestro cerebro y nuestra esencia como personas.

Hasta ahí todo bien, sin embargo cuando llega la pubertad, en mi sed por aprobación y al romper mi burbuja en el mundo exterior me di cuenta que tenía la necesidad de sentirme B O N I T A ,  entonces ahí vinieron un sin fin de problemas y relaciones que no fueron del todo sanas. 
Recuerdo que la primer vez que fui a terapia, lloré a mares cuando César (mi psicólogo) me dijo: "Ximena, eres hermosa y no, no lo digo porque me quiera acostar contigo, realmente lo eres" entonces comencé a romper ese paradigma, si bien nunca me sentí la niña más horrible del mundo, si creía que en esta estúpida teoría de los números; con trabajos era un 6, entonces apenas podría aspirar a un tipo que fuera un 6 como yo. simplemente de escribirlo me doy pena, pero muchos años así fue. Había ocasiones en las que rompía ese círculo y medianamente salía a flote, pero no lo creía del todo. Todavía después de todas esas sesiones con César que me dieron la fuerza para salir y soltar todo para iniciar de nuevo, no estaba totalmente convencida que era bonita y que merecía ser feliz.
Ser bonita puede ser algo banal, pero se sorprenderían de saber cuántas mujeres pasamos por esta lucha interna de vernos al espejo y no estar conformes con lo que somos, porque nos hemos agobiado con esos cánones de belleza que no son reales y nos hacen odiar nuestras facciones y la forma de nuestros cuerpos.
Hace muchos años, fui la niña escuálida de la clase, un poco más alta que el promedio y que estaba 10 kilos abajo de la media, basados en mi talla. No me hacía ruido la falta de curvas, pero como solía tener amigues hombres, escuchaba todo lo que decían, algunos con comentarios más decentes que otros, entendí que yo no entraba dentro del estándar de "chica hot" entonces creí también que no era bonita y así comenzó mi falta de confianza con mi persona. 
Estoy segura, que si hubiera podido hablar con mi papá al respecto, él me hubiera ayudado a no creerme esa falacia, pero el cáncer estaba llegando y yo tratando de vivir mi juventud como podía así que no hubo tiempo para esos cuestionamientos.
Antes de conocer a Rodrigo, tuve otro enfrentamiento conmigo misma, recuerdo que antes de una catarsis me dijeron: tu eres la niña que le enseñaron todo para ser una mujer cabrona pero te falto que te hablaran bonito más veces. 
Trabajé otro tanto conmigo misma, en confiar en mí, en discernir qué era lo que realmente quería Ximena para su vida, porque por muchos años atrás de la pantalla de "yo soy super independiente y hago lo que yo quiero" vivía tratando de agradar a otros y me costaba mucho decir lo que yo quería por miedo a estar sola.
Todo iba bien, pero al embarazarme esa confianza se fue un poco por la borda, porque lo único que quería era sobrevivir, no importaba la combinación de mi ropa, con que me quedara y pudiera ir a la oficina, con eso me daba por bien servida. Fueron tiempos difíciles, por tanto cambio. Mi único objetivo era que Alonso estuviera sano y que naciera bien. Y de repente cuando pensaba en mí y me veía me sentía horrible, así que me evadía. Nunca le creí a las personas cuando me decían que me veía hermosa, evite las fotos en mi embarazo, porque según yo, no me veía como las mujeres de instagram que se ven radiantes en su foto, llenas de vida. 
Hoy, casi 5 meses después del nacimiento de Alonso, la cosa no es muy diferente. Estoy iniciando a usar nuevamente la ropa que usaba antes del embarazo, mis pantalones comenzaron a quedar mejor, poco a poco comienzo a reconocerme, a amarme con mi cuerpo, a cuidarlo otra vez porque estoy agradecida por la vida que cargo durante nueve meses. También me reconozco hermosa, porque amo mis pequitas, mis ojos que siempre hablan más que mis palabras, amo mi pelito que ha resistido tantas decoloraciones y cambios de color como pony, a mi cuerpo, a mis piernas largas que tanto me gustan cuando uso vestido y también a mi vientre, que si, quedó con algunas estrías porque bebé gigante pero que me recuerdan que la vida es sagrada. 
¿Por qué digo todo esto? Simplemente porque hay que aceptarnos, porque a veces creemos que nadie más está viviendo lo mismo y resulta que siempre hay otros reflejos. Sobre todo lo escribo para mi, porque al textualizar me siento más libre y ligera, es mi modo de resetearme, de agradecer y de seguir adelante.
Hay que amarnos, vernos y sentirnos bonitas. Sobre todo no menospreciarnos y hacernos ideas tontas de conformismo, porque no lo merecemos.
 ♡ T Ú  E R E S  H E R M O S E 

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