Como han pasado los años...

¡Qué canija es la vida!, uno va muy feliz a echarse unos tragos con la persona favorita de la vida y la condenada te avienta al flashback más raro de tu existencia, ese que habías sepultado muy bien y que tendrían a bien salir cuando los hijos en plena edad de la punzada le sacarán canas verdes a uno. Para callarnos el hocico de a poquito con esas conductas rebeldes que teníamos en la adolescencia. Eso debería ser lo correcto, así le pasa a todos, no?

Quién diga que las canciones no tienen poderes extrasensoriales, está mintiendo. Ese misticismo de transportarte a glorias pasadas, derrotas y demás es inigualable. Ayer, al calor de unas cervezas, esas león que tanto me gustan. Recordé a la escuincla caguengue que estaba empeñada en ser rastafari, esa que cargaba un pinche morral con franjitas blancas y rosas, que trataba de descifrar la semiótica de las letras de grupos de reggae como Ganjah, Godwana y otros más.

¡Pobres de mis padres! pase por tantas ideas que eran tan opuestas a lo que yo era, porque siendo realista, mi vida era muy simple y sin complicaciones reales que justificaran mis ganas de pertenecer a los grupos de resistencia, que si rasga, que si punk, que si un sin fín de adjetivos que me alejaban de la niña que siempre estaba en los mejores equipos, con la mejores calificaciones y en los mejores conceptos sociales.
Escaparme a tocadas de ska desde los 12 años por el simple gusto del slam, la banda, los cuates, las latas de aerosol que aveces se robaban del super... Sé que hasta la fecha mi madre no se lo imagina, jamás pensaría que las salidas a la casa de Fulanita era en realidad una excursión hasta los suburbios más densos del anillo de miseria que rodea al distrito federal.
La verdad es que nunca me paso nada, sabía que estaba sola a pesar de ir con ocho tipos que solo conocía por su apodo, eso no me afectaba, me aprendía perfectamente el camino de regreso y calculaba el tiempo que haría de regreso a casa. Aveces me tardaba más de la cuenta, pero no importaba.

Los datos anteriores no los recordaba, hasta hace unas horas. No me avergüenza el pasado, pero tampoco lo repetiría ahora. Hasta el día de hoy he brincado por diferentes ideas, siempre bajo mi precepto de seguir lo que a uno le gusta, aunque eso signifique ir en contra de las aguas. Bueno, confieso que en los últimos años, disfruto más ir contra la corriente.

También me acordé de cuando mi madre ponía a Rocío Durcal mientras hacía el quehacer, y yo para o darle lata, me encerraba en su recámara y cantaba a todo pulmón brincando en su cama, cepillo en mano emulando a un micrófono: Cómo han pasado los años, las vueltas que dio la vida....

Ya sé siempre revuelvo todo :(

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